jueves, 20 de abril de 2017

ARTE ASIRIO



 Época: Mesopotamia
Inicio: Año 1800 A. C.
Fin: Año 600 D.C.
 

El arte asirio bebe directamente de las fuentes de las civilizaciones sumero-acadia y babilónica. No obstante, su posicionamiento geográfico más hacia el oeste hace que reciba influencias de otros pueblos, un factor en el que también influyen las deportaciones de pueblos en masa (hurritas-mitannos, hititas, neohititas, arameos y fenicios). En consecuencia, esta mezcla de elementos da como resultado un arte original y significativo, que acabará por eclosionar en la época neoasiria.  Las ciudades asirias se engalanan con palacios y templos, cuya función es la de engrandecer la figura del soberano. Algunas ciudades, incluso, son construidas de nueva planta o readaptadas a los nuevos tiempos, siendo dotadas de murallas. Las ciudades asirias pretenden mostrar el esplendor de un Imperio por medio de su urbanismo, y lo consiguen, d ehecho, en casos como los de la capital Assur; Kar-Tukulti-Ninurta (hoy Tulul Akir); Kalhu (Nimrud), fundada por Salmanasar I; Dur-Sharrukin (Khorsabad), con un magnífico palacio; y Nínive (Quyungiq), toda una referencia en el mundo de la Antigüedad.  Con respecto a la escultura, se manifiesta en ella una gran pureza de líneas, una perfeccionada talla y unas proporcionadas composiciones, tanto en los relieves como en los ejemplares de bulto redondo. De estos últimos, lastimosamente, nos han llegado pocos ejemplares, aunque de gran calidad. Es necesario destacar una figura de Assur-nasirpal II; algunos Salmanasar y dos estatuas del dios Nabu. 
Mejores aun son los relieves que decoraron los palacios de Kalhu, Dur-Sharrukin y Nínive. Los primeros fueron hechos a mayor gloria de Assur-nasirpal II, monarca que ordenó restaurar la ciudad. En sus relieves se nos muestran escenas de desfiles, campañas militares, cacerías, banquetes y libaciones. Los de Khorsabad manifiestan una técnica fascinante y en ellos se muestra un ambiente cortesano y algunos aspectos de la vida de Sargón II. En estas escenas el personaje aparece representado como oficiante religioso o bien en actividades venatorias. Significativamente aparecen pocas escenas de tipo militar. Muy importantes son las escenas de la puerta principal de entrada al salón del trono, decorada con gigantescas parejas de toros antropocéfalos alados y una figura del mítico héroe del león, identificada con Gilgamesh.
Los relieves de Nínive cuentan la construcción del palacio (es bellísimo el que reproduce el traslado de una lamassutu -diosa- sobre un trineo) y las campañas de Senaquerib contra Babilonia y Palestina, que se nos muestran muy detalladas. En cuanto a los relieves correspondientes a Assurbanipal destacan escenas de guerra contra los elamitas y contra los árabes, así como escenas palaciega, como el Banquete bajo el emparrado, o cacerías de leones.
También fueron maestros los asirios en el trabajo sobre marfil y bronce. Los primeros manifiestan una influencia siriopalestina, estando presentes en muchos objetos mobiliarios, tanto litúrgicos como civiles. La temática es variada, mostrando escenas militares, figuras zoomorfas, divinidades, motivos vegetales, etc. En este campo hay que destacar algunos marfiles como el León atacando a un nubio, las esfinges o la impropiamente Mona Lisa, todos del siglo VIII a.C.
El trabajo del bronce quedó reflejado en figurillas de índole mágica o apotropaica, representando divinidades o demonios (figurillas de Pazuzu o de Labartu) y las planchas de relieve para los revestimientos de las puertas de los palacios, como las que ornamentaron las de la ciudad de Imgur-Enlil (hoy Balawat), donde se recogen las campañas de los primeros nueve años del reinado de Salmanasar III.
Fueron también muy importantes los relieves que decoraron algunos tronos, como el pedestal del trono de Salmanasar III de Ekal Mashrati, así como obeliscos. En este caso de cuentan acontecimientos de un reinado en particular, como el Obelisco roto de Assur-belkala, el Obelisco blanco de Assur-nasirpal II yObelisco negro de Salmanasar III, en el que se cuenta en uno de sus frisos el vasallaje del rey Jehú de Samaria.
El paso del tiempo nos ha impedido desgraciadamente poder contemplar sus pinturas y frescos. Sin embargo, los pocos ejemplos existentes dejan ver una plástica más libre que la expresada en templos y palacios. Los mejores ejemplos son los del salón del trono del palacio de Dur-Sharrukin o del palacio de Til Barsip (hoy Tell Ahmar).
Por último, en lo que respecta a la glíptica, los sellos asirios continúan la tendencia general de Mesopotamia, si bien superan en calidad a los cassitas del mismo periodo. En ellos se plasman escenas religiosas, mitológicas y naturalistas.

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